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Snus, el tabaco escandinavo

El consumo oral de tabaco está muy arraigado en la cultura Sueca. Precisamente, mantener el snus fue un punto de discusión en la inclusión del país nórdico en la Unión Europea en 1995, un producto ilegal en la UE desde 1992.

El consumo de snus en Suecia se remonta al XVIII y consistía en una especie de pasta de tabaco que se moldeaba con los dedos y se introducía en la boca. En los años 70 del siglo pasado se metió el tabaco dentro de una bolsita, algo que hizo el consumo más cómodo e higiénico. A partir de aquí, el producto fue sofisticándose hasta conseguir un resultado menos pegajoso y más limpio en la década de los 90.

Irrupción de las bolsas de nicotina

A partir del 2010 nace el «nicotine pouch» (bolsa de nicotina). No tiene tabaco, solamente nicotina, que puede ser extraída de la planta o sintética. Una de las cuatro fábricas de bolsas de nicotina de BAT se encuentra en Malmö, una ciudad al sur de Suecia, y es la única de ellas en producir también snus. Lleva produciendo bolsas de nicotina desde el 2018-2019, pasando entonces de un 1.670 millones (1,67 billion) de bolsas de nicotina anuales a 3.600 millones (3,67 billion) en la actualidad.

Desde la Public Health Agency of Sweden (Agencia de Salud Pública de Suecia) constatan que en la tasa de fumadores diarios (16-84 años) en 2004 era de 14,3% en hombres y de 18,6% en mujeres. En 2022, las cifras descendieron a 6,3% y a 5,3%, respectivamente (ambos sexos 5,8%). Fuentes de BAT explican que el consumo de cigarrillos diarios es de 15 a 17 y de bolsitas de nicotina alrededor de siete, aunque esta última cifra depende del mercado y en Suecia es más alta.

El máximo de nicotina

En Suecia no existe un máximo legal de miligramos de nicotina por bolsita aunque BAT no superan el umbral de los 20 mg por bolsita, siendo de 17 mg el mayor encontrado en uno de sus productos en Suecia y de 14 mg en España. Sin embargo, en el mercado existen productos que llegan a los 40 o 60 mg pero fuentes de la compañía advierten que «la nicotina es un químico que se debe tratar con respeto» y no recomiendan superar ese límite de 20 mg.

La regulación y visión sueca

«En Suecia tenemos tres drogas que son socialmente aceptadas: el café, el alcohol y la nicotina de estos productos», resume Patrik Strömer, Secretario General de Association of Swedish Snus Manufacturers.

«A día de hoy, la mayoría del parlamento sueco considera el snus como un mejor opción que fumar cigarrillos, no estoy seguro que esa sea la visión compartida en el resto de Europa», dice Strömer. Fuentes de BAT explican que, de los ocho partidos políticos suecos representados en el parlamento, cinco aceptan los productos de riesgo reducido.

Los impuestos específicos sobre estos productos aumentan al tener más riesgo; de esta forma, los cigarrillos tienen la mayor tasa de estos productos y los que menos, las bolsas de nicotina. En resumen, se ha configurado en el país escandinavo un marco fiscal que incentiva a los fumadores a cambiar a alternativas más seguras.

«Suecia está cerca de ser ‘smoke free’ no por las políticas, sino por la disposición de los consumidores en acoger las alternativas», explica Strömer. El experto defiende que lo necesario es una regulación coherente y dejar que la gente decida.

Ahora bien, el clamor del snus y las bolsitas de nicotina lo ha generado el acceso y el consumo a menores, un segmento de población que junto a los no-fumadores no son el objetivo de estos productos. Los sabores y que pase más desapercibido que el cigarro, en la práctica, parece facilitar el acceso a adolescentes. Strömer reconoce esta preocupación pero dice que es difícil «proveer de información sino se deja anunciar» o comunicar con más facilidad. «Por eso siempre enfatizamos que no es un producto para menores», afirma y es algo que está manifestado en la etiqueta. Asimismo, Strömer añade que el parlamento sueco está considerando penalizar el proveer a un menor de estos productos.

Hacia un mundo sin humo pero, ¿y de nicotina?

Las tabacaleras han sufrido una gran transformación en su negocio. Desde al menos una década busca potenciar las nuevas alternativas en detrimento del cigarrillo tradicional y migrar a los fumadores a los productos de riesgo reducido. En BAT se han marcado la meta para que en el año 2035 el 50% de las ganancias vengan de los «productos sin humo».

Cómo visto anteriormente, la cifra de de fumadores oscila entre diferentes fuentes pero todas la sitúan por debajo del 10%. Varias dudas respecto a este modelo sueco «libre de humos» que normaliza la nicotina. ¿Sería posible aplicarlo a más países que no han tenido esa tradición de tabaco/nicotina oral? ¿Cuándo se conocerán si hay efectos a largo plazo de estos productos en la salud? ¿Hay que enfocarse a crear generaciones sin nicotina o adoptarla de la manera menos peligrosa posible? ¿Se igualará la aceptación social de la nicotina como a la del alcohol y la cafeína?

El paradigma sueco, ajeno a si es aplicable o no, empuja al debate y abre la conversación. Hace poco más de una semana, el Ministerio de Sanidad español anunció haber empezado los trámites para regular bolsas de nicotina, vapers y restringir aromatizantes. A priori, la postura no parecen ser tan tolerante como la sueca.

 

 

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